La Revolución del 20 de Octubre de 1944


Por: Alfonso Bauer Paiz


La dirección de la revista Punto de Vista me solicitó escribir una alocución conmemorativa del proceso revolucionario mencionado en el titular, de extensión máxima tal, que no exceda de una página. Tarea difícil dada la extraordinaria importancia histórica de tal proceso político, económico y social. Sin embargo, lo intentaré a sabiendas que omitiré referirme a varios de los logros de dicha revolución.

Antes del 20 de octubre de 1944, Guatemala apenas era una de las repúblicas bananeras de Centro América, quizás la más explotada y humillada por la United Fruit Company, empresa transnacional que ponía y quitaba presidentes constitucionales, tales como los tiranos Manuel Estrada Cabrera (veintidós años en el poder) y Jorge Ubico (catorce años).

Ambos gobernaron al servicio de la clase dominante nacional – los latifundistas– y de los intereses del imperio del Águila, las Estrellas y del kaiserismo germánico, a tal grado que la gran mayoría de la población guatemalteca –la indígena– era inhumanamente discriminada y sometida casi al grado de la esclavitud, como también los ladinos muy pobres.

Pero además, el resto de guatemaltecos criollos y mestizos, igualmente eran sometidos a regímenes dictatoriales totalitarios que, de hecho, habían restringido al extremo los derechos humanos, tanto individuales como sociales, y estaban casi anuladas las libertades de emisión del pensamiento y asociación, no sólo de la clase trabajadora sino de los ciudadanos(as) para organizarse en partidos políticos, porque los únicos autorizados fueron: El Liberal Progresista, el partido oficial y el nazi, de los inmigrantes alemanes; el fascista de los italianos; y la falange de los españoles.

También se descentralizó la administración pública y se dio autonomía a las municipalidades, universidad estatal, al deporte, Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, Ministerio Publico, banca central, Banco de Guatemala, que junto con el Ministerio de Economía y Trabajo, Crédito Hipotecario Nacional e Instituto de Fomento de la Producción, entre otros, dirigía la economía nacional al servicio de la sociedad y no de grupos elitistas. Se aprobó el Código del Trabajo y el ministerio respectivo, la Inspección General de Trabajo y postribunales de trabajo.

La Revolución de Octubre preservó para la Nación sus recursos naturales especialmente los no renovables. Y su política internacional de primera línea, en la organización de las Naciones Unidas y siempre actuó a favor de la paz mundial. Pero, lo máximo, partir de 1524 hasta hoy es que los gobiernos de la Revolución son el único período en que las autoridades del Estado no permitieron someterse al dominio de una potencia extranjera, mantuvieron la dignidad nacional tan alto o más que nuestro símbolo, El Quetzal, respecto al Cóndor y el Águila Real, porque nunca estuvo bajo las botas del Imperio Yanqui ni de ningún otro, como antes sí lo había estado, del Imperio Español, del Británico y del Estadounidense. LA REVOLUCION DE OCTUBRE ES SINÓNIMA DE DIGNIDAD NACIONAL.